“Las mujeres no recibimos lo que queremos y nos merecemos porque no lo pedimos”.
Por Ana María Cortés R. | Consultora Senior Dinámicas Humanas y DHumanLab
Si bien cada persona es única y las razones pueden variar de una mujer a otra, en mi trabajo como coach ejecutiva, acompañando a profesionales de alto potencial, he detectado un patrón común: a menudo las mujeres no recibimos lo que queremos y nos merecemos, porque no lo pedimos. No pedimos aumentos de sueldo o promociones; no pedimos mejores oportunidades de trabajo. En otras palabras, somos menos dadas a negociar para obtener lo que queremos, a diferencia de los hombres.
Algunas cifras que dan cuenta de este hecho son: En los salarios iniciales de un grupo de hombres y mujeres recién graduados, la diferencia era de un 7,6%, y mientras que de este grupo, el 57% de los hombres intentó negociar su salario, solo el 7% de las mujeres lo intentó. Otro estudio concluyó que los hombres se ponen en situaciones de negociación con más frecuencia que las mujeres.
Más allá de los sesgos de género o las expectativas sociales que dictan cómo deberíamos actuar las mujeres —como, por ejemplo, que las mujeres que persiguen sus ambiciones e intereses pueden ser tildadas de perversas o agresivas— están las creencias limitantes que, en muchos casos, están arraigadas en los inconscientes femeninos, generando un impacto negativo en su desarrollo personal y profesional.
Algunas de las creencias limitantes e inconscientes más comunes son las siguientes:
- “Si expreso mi necesidad, voy a ser rechazada”.
- “No soy merecedora del deseo que quiero expresar”.
- “Mi desempeño se hará cargo de que me otorguen aumentos de sueldo o ascensos; no tengo que comunicarlo”.
- “Hasta que no haga mi trabajo perfecto, no puedo expresar mis necesidades”.
- “Mis pedidos deberían ser entendidos sin tener que pedir explícitamente”.
- “Si me dicen que no a un pedido, quiere decir que no estoy siendo bien evaluada; no están contentos con mi trabajo”.
- “Pedir es imponer”.
- “Si expreso mi necesidad, voy a decepcionar a otros”.
- “Si pido, voy a generar conflictos”.
Y tú, ¿te identificas con alguna creencia limitante? ¿Agregarías alguna otra a esta lista?
Desde mi punto de vista, si pudiera profundizar en cada una de estas creencias, concluyo que las mujeres necesitamos reconocernos más cada día y valorar nuestros logros constantemente, como si hacer esto, fuera un trabajo de tiempo completo. Es fundamental que las mujeres nos hablemos de manera más apreciativa. Te pregunto, mujer: ¿Cuándo fue la última vez que miraste tus logros y te reconociste por ellos? ¿Cuándo fue la última vez que realmente recibiste con un “gracias” por un reconocimiento a tu trabajo? ¿Cuándo fue la última vez que te dijiste a ti misma: “vamos, tú puedes” o “mereces lo que sueñas”?
Por otro lado, veo también una oportunidad de soltar el control y soltar la necesidad de agradar a todos. Muchas veces, las mujeres no pedimos más por temor a la respuesta que vamos a recibir, pues algunas respaldamos nuestra autoestima en base a éstas respuestas y tendemos a colocar las necesidades de otros por encima de las nuestras.
¿Cómo podría la autoestima de alguien depender de la respuesta a una solicitud? ¿Cómo podría una respuesta negativa definir quiénes somos y nuestro valor? Cómo nos explica Fred Kofman en uno de sus libros, necesitamos ir más allá de los resultados y mirar nuestros valores, y sentirnos tremendamente orgullosas de poder elegir expresarlos en cada situación que se nos presente en el día a día.
Finalmente, otro aspecto que me parece importante mirar es que, como mujeres, nos preguntemos: ¿Desde qué emocionalidad expresamos nuestras necesidades, deseos o anhelos? Lo hacemos desde la rabia porque vemos injusticia, desde el miedo porque tememos que nuestros pedidos no sean bien recibidos, o lo hacemos desde la plena convicción de que pedir es un acto de legitimar nuestras necesidades y, por lo tanto, es un acto coherente con nuestros valores más profundos?
Creo que si las mujeres empezamos a pedir, a expresar nuestras necesidades e incluso a negociar con plena confianza, los resultados podrían ser totalmente distintos; no solo desde lo externo, que no se controla en un cien por ciento, sino desde lo interno, porque es decirnos a nosotras mismas, cada vez que expresamos una necesidad: “yo escucho y honro mi necesidad”.
¿Y tú, cuál es el próximo paso que necesitas dar para empezar a sentirte más cómoda expresando tus deseos, pedidos o necesidades?
Referencias
- Libro: Women Don’t Ask: Negotiation and the Gender Divide, Linda Babcock, Sara Laschever
- Artículo HBR: Las chicas buenas no preguntan por Linda Babcock, Sara Laschever, Michele Gelfand y Deborah Small
- Libro: La Empresa Consciente, Fred Kofman